Mi templo hedonista


"¡No soporto este encierro!" es la idea más difundida en estos días a través de los diferentes medios de comunicación, esto se manifiesta en expresiones que van desde “memes” hasta vídeos e infografías con recomendaciones para evitar la ansiedad que se puede sufrir como consecuencia de la restricción a las salidas.

No logro entender porque hay personas gritando en redes sociales cuan distorsionada está su realidad, la depresión en la que han caído, el estado mental alterado en que se encuentran después de menos de 2 semanas sin salir. Eso me hace pensar que algo no está bien en mí, ¿Por qué no siento ansiedad? ¿Por qué no me hace falta salir? ¿Por qué mis fines de semana son exactamente iguales?, luego de reflexionar un poco sobre estas preguntas concluyo que ha sido para mí un alivio no tener que salir, soy una persona miedosa, para mi salir (antes de la aparición del COVID-19) siempre significó correr un riesgo, exponerme a muchos peligros, especialmente me siento expuesta a ser atacada para robarme mis no muy valiosas pertenecías o a ser acosada sexualmente por un desconocido con poco control de su instinto animal.

Vivo con miedo y mi casa representa para mi seguridad, estabilidad, reposo, paz. Desde hace 10 años comparto mi espacio con mi pareja y, a pesar de todo lo que dicen sobre lo difícil que es la convivencia, para nosotros todo ha fluido bastante bien, tenemos muchas cosas en común, una de las más importantes es que nos gusta tener espacios de soledad, gracias a eso podemos respetar los momentos que cada uno toma para sus pasiones, hobbies o proyectos. Es un poco más desordenado que yo, lo cual me altera en ocasiones, pero pasa rápido, y puedo notar que hace un esfuerzo por corregirlo, y por no enloquecer con mis obsesiones también.

Hemos traído a casa objetos que nos hacen felices, hemos usado colores que nos relajan y hemos distribuido los espacios de una forma que nos funciona, a través de estos años hemos ido convirtiendo este espacio en un santuario hedonista lleno de música, libros, vino, albahaca y tomate. De alguna manera, gracias a nuestras costumbres algo ermitañas, nos hemos ido preparando sin querer para una situación como la actual, adivino que será para mi más difícil volver a la normalidad una vez haya pasado esta trágica realidad, sin embargo ruego por su fin, por el bien de la humanidad.

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